QUE BELLO FUE AMARTE , PERO QUE TRISTE ES OLVIDARTE.
Era una pareja de enamorados, que como tantos de aquellos adolescentes que creen en el amor ciegamente, todos los días al salir de clases tenían una cita y un encuentro en un amplio y verdoso parque, donde podía suspirar y respirar tranquilamente, bajo la luz de la luna y el estrellado cielo.
Asistían a un colegio nocturno y todas las noches al encontrarse, se daban un beso en la boca, hasta perder sus miradas en la emoción del momento, todo iba muy bien, era un romance de dos locos ciegamente enamorado uno del otro.
A ellos no les importaba el tiempo que perdían estando juntos, se agarraban de la mano y caminaban juntos, entre sonrisas y suspiros, miraban las estrellas, construían castillos imaginarios y se contaban cuentos de hadas, planeaban tantas cosas y decían que sólo la muerte los iba a separar.
No podían estar lejos el uno del otro por mucho tiempo, es decir, cuando el alma enamorada no logra verse un día con el ser amado, los días y las horas son miles de años que uno siente que no se ven y por tanto ambos se desesperan, y entonces, entre aflicciones y preocupaciones, alguien toma el celular y marca el numero indicado para escuchar la dulce boz de su amada.
Fue así como Richard cierta vez se deseperó tanto, al no ver a su enamorada ir al colegio, aquella noche; pues ambos eran del mismo curso de secundaria. Sentado en su pupitre con los ojos bastante abiertos y con el reloj en la mano, muy desesperado, esperaba impaciente que las clases terminaran; esa noche no tomó la devida atencón a ninguna de las clases de sus profesores, ni bien tocó el tiembre de salida, él ya estaba en la puerta a punto de salir.
Tomó su celular con el último crédito que le quedaba y llamó a la casa de su amada: ¡Hola! una voz extraña de un desconocido personaje le contestó. Buenas noches, habla Richard el compañero de curso de la señorita Alicia, por favor me puede pasar con ella.
La voz titubeó, ¡eh, eh! y luego continuó, siento mucho decirle caballero que la señorita Alicia no se encuentra en este lugar.
Y ¿Dónde la puedo encontrar? insistió el desesperado Richard, entónces el portero con un suspiro lento y desconsertante, a través del teléfono replicó, caballero, usted lo encuentra en estos momentos en la morgue del hospital, siento mucho decirle que acaba de fallecer en un accidente movilístico.
¡¡¡¡Las manos le temblaron!!! y Richard dejó caer el celular, así mismo cayó él cayó de rodillas al suelo y sólo decía: ¡¡¡nooo, nooo!!! porqué Dios mío, te la llevaste y de sus ojos caían lágrimas a chorros.
Después de lamentarse un buen rato, tomó valor y llegó al indicado hospital, y logró ver el cuerpo sin vida de su única amada.
Así pasaron los días, y Richard ya no era feliz su rostro no era el mismo de antes, sus noches ya no eran estrelladas sino sombrías y tenebrosas como un túnel oscuro y sin salida.
Cierto día, al ir a visitar la tumba de su amada, llevó un poema escrito, con el siguiente título:
QUE BELLO FUE AMARTE, PERO QUE TRISTE ES OLVIDARTE.
FIN.